La actriz detrás de Favez


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Novedades locales, 14.03.2022

La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) busca saber dónde radica el componente humano en los proyectos a los que contribuye, en especial este, con implicaciones directas en la huella suiza en Cuba. 

Liliana Lam, actriz
Liliana Lam, actriz © L. Lam

Llegar a casa de Liliana Lam (LL) y Alberto Corona no es sencillo. La casa está bastante más allá del Vedado y el transporte no ayuda, pero el viaje vale la pena. Esta vez la entrevista no va a Favez sino a la mujer detrás del rostro trágico. 

Se hizo un cambio de horario: la entrevista fue en la tarde, por la mañana una de sus dos niñas tenía actividad en la escuela. Primero la casa y las niñas, luego trabajo y escena. Así se desdobla la vida de ambos actores que conviven en un hogar ameno, permanente espacio creativo.  

Liliana Lam es una joven de apenas 33 años, mujer polivalente que sabe manejar muy bien las funciones que la vida le ha otorgado. Además, junto a su esposo, Alberto Corona, culminan trabajos para el segundo año en el Instituto Superior de Arte, a donde asisten por curso de trabajadores, a pesar de desenvolverse en el mundo profesional desde los veinte años aproximadamente, partiendo de grupos de aficionados. "La Academia a veces hace falta", afirma Lili, intentando agotar cada posibilidad de superación.

Enriqueta Favez es, posiblemente, el primer símbolo LGBTIQ+ cubano, primera mujer en ejercer la medicina y mujer disfrazada de hombre que llegara a Baracoa en el Siglo XIX a ejercer su profesión luego de una larga travesía que incluyera el ejército napoleónico. Luego, descubierta su identidad en Cuba llega la humillación, el desamor, la cárcel y el exilio. Trasciende además, como la imagen de la mujer violentada por una sociedad bajo el yugo patriarcal. 

Liliana es más que Favez, aunque no teme aceptar que ese personaje es como su "tercera hija". Televisión y cine la han acompañado desde siempre, pero el teatro, en sus palabras, es diferente. “El teatro es arte antiguo, ya en Grecia hubo que buscarle espacio a los grandes dramas humanos”, nos dice para comenzar la entrevista.

COSUDE: Sabemos que Favez ha transcurrido por el cine, la escultura, la literatura. ¿Cómo llega entonces un personaje, con tanto camino recorrido, a las tablas?

LL: Este es un personaje creado a cuatro manos, entre Alberto y yo, desde el texto propiamente dicho y luego trabajamos en conjunto para la puesta en escena, él por la parte de la dirección y yo en la interpretación. Por eso le llamo a esta obra nuestra “tercera hija”. Nació con nosotros y nos mantuvo todo el tiempo conmovidos. Yo me quedé enganchada de la historia de esta mujer, atravesada por la desgracia y con continuas fuerzas para recomponerse y seguir luchando, armarse de todos esos pedazos destruidos y seguir adelante. Eso nos dio mucho deseo de que el público cubano conociera la obra desde el teatro. Independientemente de la escultura, la literatura y el cine, el teatro tiene una cualidad, es en vivo, el corazón de la actriz — el mío — late al mismo tiempo que el de los espectadores. Emociones, energía, atmósfera compartida, presente único e irrepetible. Fue una oportunidad que nos pasó por delante y no pudimos dejar pasar.

COSUDE: ¿Cómo se enteran de la existencia de Enriqueta?

LL: Mi madre en el 2012, de pasada, se llega a la presentación que Julio César González Pagés hacía de su última entrega en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Se acerca a comprarlo y lo lee muy rápido. Encantada, me hace un resumen de la historia y me insiste para que lo lea. Yo no lo hago hasta dos años después cuando, al verlo, recordé la insistencia de mi madre. Quedé maravillada, creo que también fue un momento de mi vida donde necesitaba leer algo así para agradecer a la vida. Una mujer que sacaba de donde no tenía, como decimos en cubano, para lograr lo que quería: estudiar medicina, su gran vocación, ejercerla a como diera lugar, luego el amor con Juana, las injusticias, el exilio. 

Por el camino vinieron mis niñas, proyectos de trabajo en televisión y Favez se quedó en un librero, pero nunca de mi cabeza se fue la idea de hacer algo con ella. 

Las casualidades me llevaron a conocer a Julio y no perdí la oportunidad de comentarle el sueño de llevar a Favez al teatro. Tan emocionado quedó quien supo darle vida a través de tantos archivos, a mi suponer, quien más conoce a Enriqueta, que de alguna forma su aliento me dio el empujón que faltaba. Entonces me puse a escribir.

COSUDE: ¿La pensó siempre como un monólogo?

LL: No. Yo tuve cuatro obras antes de esta, de ellas, una tiene cuatro escenas, otra cinco y hasta ocho. Era una obra muy abarcadora, nada me convencía y lo supe. A Enriqueta había que hacerle un monólogo, meterme en su cabeza de la forma más austera posible.

COSUDE: Entonces escribe y actúa ¿una cosa condiciona la otra?

LL: Dirijo también, pero en este caso le cedí el puesto a Alberto. Yo comencé con el esbozo, claro que el actuar condiciona al escribir, entonces decidimos armarlo entre los dos. Escribíamos de forma muy disciplinada, todos los días de 9 de la noche a dos de la madrugada, horario en que las niñas dormían. Creo que, ya cuando dimos con lo que queríamos, la escribimos en quince días.  

COSUDE: Luego de tener el producto en mano ¿cómo llega a Argos Teatro?

LL: Alberto está en Argos Teatro desde el 2017, también yo he podido compartir algunos escenarios con ellos, mayormente en coproducciones anteriores, junto a Abel González Melo. Luego Carlos Celdrán me contrata en el grupo y me quedo. La idea de leerle la obra a Celdrán fue más bien de Alberto, él siempre incita a sus actores a crear sus proyectos individuales, sabiendo que eso es lo que mantendrá vivo el teatro. 

Recuerdo que fuimos muy nerviosos hasta su casa, Celdrán es un gran maestro para ambos. Fuimos a pie, eran los tiempos más cerrados de la pandemia y no había transporte, riendo ambos de tan nerviosos, temiendo a la negativa. “Es perfectamente representable, un trabajo actoral muy difícil pero se puede hacer. Tienen mi apoyo” Esas palabras eran todo lo que necesitábamos para darle vida a Enriqueta y, como si fuera poco, Argos Teatro, el espacio, se abrió para nosotros con todas las ventajas que eso implica. No tenemos forma de agradecerle a Carlos Celdrán.

COSUDE: Como actriz, ¿qué le queda de este papel?

LL: Es la obra más importante de mi corta carrera actoral. Aprendí mucho en este proceso, desde preparar una idea, escribir, la puesta en escena, emprenderme con un monólogo y llevar la carga simbólica de un personaje tan vigente como Enriqueta. En otras entrevistas se ha repetido esta pregunta. Un personaje como este te despierta, te hace agradecer lo que tienes, a pesar de las dificultades. Cargo sobre mis hombros la historia de tantas mujeres sufridas que quedaron en el olvido y de las que sufren la violencia incluso en el presente. Creo que por eso ha levantado tantas simpatías.

Hacer Favez ha sido un privilegio, es la manera que tiene Liliana de transmitir un mensaje en esta actualidad que nos envuelve.

COSUDE: ¿Cuántas puestas en escena…?

LL: Comenzamos en noviembre. Fueron 9 en la primera mitad y 15 en esta segunda. Ha sido agotador todo el trayecto, pero ha valido la pena.

COSUDE: ¿Qué impresión se ha llevado del público?

LL: Muy grata, siempre. Las primeras veces no se llenaba completamente el auditorio, la gente iba enterándose poco a poco. Luego sí cerramos muchas veces por capacidad. Iba gente joven, eso era buena señal, incluso menores de edad a los que no les dejábamos entrar por razones obvias. Se acercaban siempre al concluir la actuación, me felicitaban o me cuestionaban algo. Muchas veces, gente que no conocía, me regalaba un post bastante amable, o en medio de una calle me saludaba… esos detalles que te hacen pensar que valió la pena el trabajo.

Creo que después de todo, desde las artes y desde la Academia, Enriqueta ya se ha hecho bastante conocida. Símbolo del que se apropian las mujeres y la comunidad LGBTIQ+, solo por ser un poco específicos.

COSUDE: ¿Podría contarnos de la implicación psicológica?

LL: La cuestión psicológica se resume en una palabra: desgarrador. El esfuerzo de interpretar un monólogo de tal complejidad dramática, a veces estando indispuesta por cuestiones personales o simplemente por agotamiento y saber que un público espera tu mejor versión. Luego de estos meses definitivamente te percatas que necesitas unas vacaciones.

COSUDE: Y la física…

LL: Enriqueta tenía que parecer un hombre. Yo tenía un cabello que cubría toda mi espalda e intenté ser conservadora, primero corté un poco, luego intenté con una peluca, lo pensé mil veces hasta que una noche Alberto me dijo “hay que cortar, algo superficial no puede frenar a Enriqueta”, y corté. De igual forma dejé todo mi vello corporal crecer, a la forma del siglo XIX.

Cuando subes al escenario te transformas, he visto fotos mías donde realmente parezco un hombre y eso me complace. No le temí al desnudo tampoco. Eso es parte indisoluble de mi carrera, y lo llevaba.

COSUDE: ¿Qué significa para usted una última puesta en escena?

LL: No es la última. Enriqueta no se despide del público cubano, en apenas unos meses volvemos a la carga, tal vez en el Brecht. Tampoco planeamos que se quede en territorio cubano, un personaje así trasciende las fronteras. De alguna forma en cada región hay una o varias Enriquetas, pero son sueños más que planes.

Mientras descanso, desconecto al personaje y conecto a la mujer, a la madre, esposa e hija. Además, a esto han venido asociados otros proyectos de cine y televisión por concretar, pero no me quejo, mi gran pasión es el teatro.

COSUDE: ¿A quién hay que agradecer que Enriqueta Favez haya sido posible?

LL: No terminaría de mencionar nombres. No me pueden faltar Julio César González Pagés y Carlos Celdrán, que dieron el empujón definitivo y más de una herramienta. A mi Director y compañero de vida, Alberto Corona, excelente padre y artista, sin el que nada hubiese sido posible. A mi madre y mi suegra, encargadas de darnos un momento libre de viernes a domingo por tantos meses, para poder subirnos a un escenario. Por supuesto, a COSUDE, al Embajador de Suiza Mauro Reina y a todos los implicados desde el primer tratamiento que se le hizo a Enriqueta Favez como personaje histórico hasta llegar al mundo del arte, principalmente del teatro. El equipo de COSUDE fue nuestro primer espectador y estamos muy orgullosos de ello. 

Liliana nos despide agradecida en la puerta de su casa. Sus hijas la esperan para continuar la faena diaria. Enriqueta Favez da un adiós temporal al público cubano, cierra el telón, pero el sello de Liliana, la mujer detrás de la actriz, permanece.